abril 18, 2013

Reflexiones en Movimiento



Todos hemos abordado por lo menos una vez y si no es que cientos de veces alguna unidad de transporte urbano (o como se conocen coloquialmente; un camión de pasajeros). Lo hacemos a diario para transportarnos a la escuela, al trabajo, la oficina, al parque, a la casa de la novia, la fiesta, el cine, para recorrer la ciudad o para dejarla.

En consecuencia también todos conocemos el interior de esas unidades móviles que nos llevan de un lugar a otro. Por lo general (y no es con ánimo de menospreciar) dichos vehículos están tapizados de calcomanías con bendiciones y rezos a santos que los conductores devotos a ellos incrustan en las ventanillas o detrás de sus asientos. En otros también aparecen estampas con los nombres de sus novias, de sus esposas, de sus hijos e hijas, de seres queridos y en ocasiones hasta de sus amores pasados; viejos romances que tuvieron y que de una u otra forma no lograron concretar y que sí lo hicieron; quedaron grabados para siempre en sus mentes y corazones. Otros en cambio llevan también advertencias para los jóvenes ociosos que buscan dejar su huella y marca en las paredes y asientos de los camiones pintando un pequeño grafiti, dejando insultos hacia algún enemigo o bien escribiendo dedicatorias de amor hacia su pareja (pensando que quizá en alguna ocasión está última vea el mensaje de amor).

Una vez que con lo que acabó de escribir hemos hecho memoria de esos viajes en el transporte urbano y que hemos recordado la infinidad de calcomanías y gráficos que como dije; tapizan el interior de esas unidades; me remito a preguntar ¿Alguna vez, entre todas esas estampas han encontrado una frase que realmente valga la pena? ¿Han visto y leído, alguna impresión que contenga una serie de palabras que los haga reflexionar?

Pues aunque sea un poco difícil de creer debido al contexto en que se sumerge uno, al abordar un camión de pasajeros; hoy encontré una frase que si bien ya la había visto en otra parte me hizo reflexionar y preguntarme ¿qué hace algo así, tan perfecto y sublime en el acrílico de un camión de pasajeros?

El éxito no es resultado de la suerte, sino de un constante esfuerzo para conseguirlo. 

Creo que la respuesta radica en que cuando uno se sube a uno de esos camiones puede llevar consigo felicidad y alegría, pero también miedo, tristeza, angustia, temor en el futuro, ansiedad y muchos sentimientos de ese tipo a consecuencia de los momentos difíciles que se presentan en nuestras vidas. Pero que mejor que mirar esa frase y poder pensar un poquito en ella. 

El éxito se logra por una sola vía: la perseverancia y el esfuerzo que se invierte en lo que queremos, en lo que realmente sabemos que vale la pena, en aquello en lo que ponemos frente a todo, frente a nuestro futuro, nuestra vida, nuestros sueños; todo. Y entonces nos embarcamos en una empresa para realizarlo y conseguirlo; sin importar lo que perdamos en ello porque al final podremos saber que en verdad valió la pena esa constante lucha y dedicación. 

El mundo se nos podrá venir encima ante un fracaso o tropiezo, miraremos a nuestra derecha o izquierda y veremos nuestro fracaso, pero y si miramos al frente y de repente en el lugar menos pensado encontramos una frase como la que me ocupa en escribir el día de hoy o una similar a ella, podremos saber que la vida no acaba ahí; que tenemos que levantarnos y seguir adelante; nos falta mucho camino por recorrer. Y es a través de ese constante esfuerzo en que conseguiremos llegar a donde sea que soñemos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario