abril 23, 2013
abril 18, 2013
Reflexiones en Movimiento
Todos hemos abordado por lo menos
una vez y si no es que cientos de veces alguna unidad de transporte urbano (o como
se conocen coloquialmente; un camión de pasajeros). Lo hacemos a diario para
transportarnos a la escuela, al trabajo, la oficina, al parque, a la casa de la
novia, la fiesta, el cine, para recorrer la ciudad o para dejarla.
En consecuencia también todos
conocemos el interior de esas unidades móviles que nos llevan de un lugar a
otro. Por lo general (y no es con ánimo de menospreciar) dichos vehículos están
tapizados de calcomanías con bendiciones y rezos a santos que los conductores
devotos a ellos incrustan en las ventanillas o detrás de sus asientos. En otros
también aparecen estampas con los nombres de sus novias, de sus esposas, de sus
hijos e hijas, de seres queridos y en ocasiones hasta de sus amores pasados;
viejos romances que tuvieron y que de una u otra forma no lograron concretar y
que sí lo hicieron; quedaron grabados para siempre en sus mentes y corazones.
Otros en cambio llevan también advertencias para los jóvenes ociosos que buscan
dejar su huella y marca en las paredes y asientos de los camiones pintando un
pequeño grafiti, dejando insultos hacia algún enemigo o bien escribiendo
dedicatorias de amor hacia su pareja (pensando que quizá en alguna ocasión está
última vea el mensaje de amor).
Una vez que con lo que acabó de
escribir hemos hecho memoria de esos viajes en el transporte urbano y que hemos
recordado la infinidad de calcomanías y gráficos que como dije; tapizan el
interior de esas unidades; me remito a preguntar ¿Alguna vez, entre todas esas
estampas han encontrado una frase que realmente valga la pena? ¿Han visto y
leído, alguna impresión que contenga una serie de palabras que los haga
reflexionar?
Pues aunque sea un poco difícil
de creer debido al contexto en que se sumerge uno, al abordar un camión de
pasajeros; hoy encontré una frase que si bien ya la había visto en otra parte
me hizo reflexionar y preguntarme ¿qué hace algo así, tan perfecto y sublime en
el acrílico de un camión de pasajeros?
El éxito no es resultado
de la suerte, sino de un constante esfuerzo para conseguirlo.
Creo que la respuesta radica en que
cuando uno se sube a uno de esos camiones puede llevar consigo felicidad y
alegría, pero también miedo, tristeza, angustia, temor en el futuro, ansiedad y
muchos sentimientos de ese tipo a consecuencia de los momentos difíciles que se
presentan en nuestras vidas. Pero que mejor que mirar esa frase y poder pensar
un poquito en ella.
El éxito se logra por una sola
vía: la perseverancia y el esfuerzo que se invierte en lo que queremos, en lo
que realmente sabemos que vale la pena, en aquello en lo que ponemos frente a
todo, frente a nuestro futuro, nuestra vida, nuestros sueños; todo. Y entonces
nos embarcamos en una empresa para realizarlo y conseguirlo; sin importar lo
que perdamos en ello porque al final podremos saber que en verdad valió la pena
esa constante lucha y dedicación.
El mundo se nos podrá venir
encima ante un fracaso o tropiezo, miraremos a nuestra derecha o izquierda y
veremos nuestro fracaso, pero y si miramos al frente y de repente en el lugar
menos pensado encontramos una frase como la que me ocupa en escribir el día de
hoy o una similar a ella, podremos saber que la vida no acaba ahí; que tenemos
que levantarnos y seguir adelante; nos falta mucho camino por recorrer. Y es a
través de ese constante esfuerzo en que conseguiremos llegar a donde sea que
soñemos.
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