abril 25, 2014

Suspiros en el césped

Dicen que uno de los panes de nuestra sociedad es el fútbol. Sin embargo, yo pienso lo contrario. Es un perfecto distractor social; pero todo depende como lo uses y en que forma lo asimiles.

El fútbol con todo su espectáculo también es un contenedor gigante de historias. Dentro de él concurren experiencias, anécdotas y leyendas fascinantes. Asimismo es un espacio donde el esfuerzo en equipo lleva a conseguir una gloria soñada durante mucho tiempo.

El ser social, el ciudadano común y que tiene sus problemas, tiende a ver al fútbol como ese pequeño espacio en donde puede sentirse respetado y aceptado por otros, en donde sus problemas no tienen lugar y en donde, durante 90 minutos puede sacar todo ese coraje contenido dentro de sí y llevarlo a su máxima expresión; su pasión por el rodar de un balón.
 
Historias de personajes que trascienden en un espacio y tiempo determinado, historias de seres humanos que al igual que todos nosotros, buscan satisfacer sus deseos y necesidades para la búsqueda de un bienestar.

Relatos de hombres que han dejado todo atrás para lograr levantar un trofeo y dejar grabado su nombre en los anales de la historia.

Personajes que ante las adversidades de la vida, han encontrado en el fútbol un descanso, un medicamento gratis, un suspiro de vida, un aliento de alegría, un confort que la propia sociedad a veces les niega o no se los permite.


El fútbol de hoy, se ve frenado debido a los sucesos que ocurren dentro de él. Es como una analogía del propio aparato social, pues no es perfecto, también tiene sus problemas. No obstante, el deseo de superarlos va más allá de la comprensión común.

De alguna forma, el "ser futbolero" encuentra la manera de salir adelante y aunque sabe que no es instantánea, sino que requiere de mucho sacrificio, mucha paciencia, de derrotas y caídas, también es consciente de que al final el premio de su esfuerzo se verá reflejado no solamente en un título o un trofeo, sino en darle esa alegría a su gente, a su afición, a su "patriecita querida" que añora, por unos instantes, imitar a esos héroes  y luchadores modernos para apartar la realidad social un poco y poder soñar con ser uno de ellos.


Tito Vilanova...descansa en paz. Eres y serás un grande entre los grandes. El cáncer no te venció, tu le ganaste y nosotros guardaremos tu legado. ¡Més Que Un Club! 


abril 17, 2014

Retina del alma, retina del Barça



Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos. En cada hombre late la posibilidad de ser o, más exactamente, de volver a ser, otro hombre. – Octavio Paz

Una tormenta se acerca. El viento sopla fuerte, las aguas golpean con fiereza y no se observa algún lugar donde atajarse de ello. De pronto, entre todo el desorden que se ha provocado se puede distinguir una pequeña brecha en la cual si bien nos va, podremos aguardar mientras el fenómeno se avecina. 

No se alcanza a ver nada, está oscuro y hay que pisar con cuidado, sin embargo; no es nada comparado con lo que ocurre afuera, así que podemos quedarnos dentro de ella por un rato.

Buscamos un lugar cómodo donde recostarnos y una vez hecho esto, miramos a nuestro alrededor y se siente una tranquilidad tal como si no existiese nada más. Como si todo el ruido que es provocado por la tormenta pasase por un filtro y una vez entrado a la cueva donde nos encontramos, llegase tan purificado que no logre aturdir nuestros sentidos. 

Es entonces que vienen a nuestra mente recuerdos, sentimientos, lugares comunes, sinceridades, dudas, preguntas sin respuesta… Alusiones, sueños y derrotas de la propia historia y del sufrimiento blaugrana se reúnen juntos en aquel lugar y entonces nuestra mente comienza a vociferar para sí, tratando de ordenar todas esas ideas y así poder hacerles frente. Resulta difícil dicha tarea; recordemos que estamos ahí para resguardarnos de la tormenta que ocurre allá afuera, sin embargo; mediante un ejercicio analítico quizá podremos lograr calmar un poco a ese torrente que circula por nuestras venas, que recorrer cada nervio de nuestro cuerpo y que al final galopa hacia el corazón de uno mismo. 

Cruyff, Koeman, Rijkaard, Van Gaal, Aragonés, Menotti, Guardiola, Vilanova, Messi, Xavi, Iniesta, Piqué, Puyol, Valdés, Ronaldinho, Rivaldo, Ronaldo, Romario, Maradona, Henry, Eto’o, la Masía, el Dream Team, Gamper, Kubala, Figo, Herrera, Laudrup, Zubizarreta, Schuster, Paulino, Rosell, Laporta, Benítez, el Camp Nou… elementos que conforman la mística de los “santos” del FC Barcelona. 

El campo de juego, el amor a la camiseta, el corazón por delante, el despeje, el forcejeo, las barridas, el cabezazo a un balón de cuero, el regate, la gambeta, el tiro de una esquina y de la otra también, un chut que salió del terreno de juego…el gol finalmente. 

¿Y la afición? Un pequeño grupo de personas gritando, animando, ejerciendo presión al bando contrario, inspirando al jugador de casa, motivando con el cántico a las once personitas que se diseminan dentro del césped; uniéndose en una sola voz para emitir el grito de guerra: Un crit valent. Barça!, Barça!, Baaaarça!!! 

El portero despeja, manda el balón a las nubes, viene un rechace con la cabeza y es tomado por un jugador, es un placer verlo con la bola entre los pies, corriendo por la banda y enviando el esférico en diagonal para que otro lo reciba…de repente como si despertarás de un sueño, te encuentras rodeado de todos esos personajes que hicieron y están haciendo aún historia dentro del equipo de tus amores y de tus pasiones. Sonríes al verlos, pero se corta esa sonrisa cuando, desde el banquillo te grita el entrenador que corras; es cuando te das cuenta que el jugador que recibió el balón ¡ERES TÚ! 

Burlas a un contrario, y luego a otro, y a otro, dejas en el camino a unos cuantos más y sin que el portero lo espere ¡shock!, lanzas el tiro, no piensas en si es razonable o no la distancia para hacerlo, si el efecto es el adecuado, en realidad te olvidas de todo al hacer contacto con el esférico… el balón sale como flecha, como una bala de cañón, como un torpedo; haciendo imposible el vuelo del arquero contrario y entonces te das cuenta cuan mínimo y relativo es el tiempo entre el tiro que acabas de colocar y el rugir de la afición, del estadio entero; ¡Gooool!, golazo, golazazaso...

La retina del ojo es diferente a la retina del alma. La forma de captar las cosas varía de una a otra y al igual que eso, el sentimiento se asimila de distinta manera. 

El Barcelona atraviesa hoy un enfriamiento. La frialdad del ambiente, el esquema de juego que no parece cambiar, el equipo siempre ganando a los mejores y perdiendo contra los que están media tabla abajo, las constantes lesiones, la probable desmotivación de los jugadores, problemas en el vestuario, en la directiva, en la presidencia y aunado a ello, un clima de incertidumbre derivado de los escándalos extra cancha; todo eso genera una pesadez tal que no se ha sabido sobrellevar y a acabado por hundir al equipo y sembrarlo en una tierra estéril e infértil de títulos y victorias. 

Sin embargo y como dice Juan Bonilla en una de sus obras referentes a la historia del fútbol culé: “nuestra infancia, fue una infancia de derrotas constantes, de sólitas decepciones. Nunca aprendía uno lo suficiente y llegaba a ilusionarse a pesar de que sabía que al final íbamos a recibir un inmerecido castigo sin saber por qué…

Más o menos las cosas hoy en día. Disfrutamos, gritamos de alegría, gozamos de felicidad tras los logros contenidos recientemente; pero ¿y nuestra génesis qué? ¿Vale menos que lo actual? Creo que no. Al contrario, todos aquellos años de derrotas, de sufrimientos, de sueños rotos, de desilusiones, de críticas, de sentimientos de nostalgia; son la base y los cimientos de un club que quizá no sea invencible, pero si es eterno. 

Tenemos que recordar y siempre tener presente nuestro origen, pues resulta indispensable para lograr llegar a nuestro destino. No busquemos culpables, no señalemos a unos cuantos, porque cuando el equipo es campeón le sobran seguidores; es como cuando haces una fiesta en tu casa y llega al evento hasta la gente que no conoces o familia que ni sabías que tenías; pero cuando ocurre lo contrario, cuando tu querido conjunto blaugrana es derrotado, contigo y con ellos están sólo los de hueso colorado, los fieles hasta el final. 

Se habla de que ha acabado un ciclo. No sé si sea cierto o no. Lo que sí sé, es que de ser posible, tenemos que estar preparados. El temor y la incertidumbre que rodea al Barcelona hoy en día son producidos por ese miedo a abrir un nuevo ciclo. Debemos saber que a veces, el inicio de una nueva etapa en cualquier ámbito de la vida tiene que ser así. Saltar de un modelo a otro no es una tarea fácil, sin embargo tampoco lo es imposible. 

Duele ver al equipo en estas condiciones, pero es más doloroso ver como la culpabilidad solo recae en pocos, cuando debería ser distribuida y soportada por todos; jugadores, directivos, socios y quizá en alguna instancia, aficionados. Estos últimos son la vitamina necesaria para sacar adelante a esos once modernos gladiadores que partido tras partido se baten en el terreno de juego, buscando siempre hasta el último minuto del reloj, dejar huella en la posteridad y ser recordados como emblema del equipo. 

Josep Maria Fonalleras dice: “…una final se juega mucho antes y se acaba de jugar mucho después de los minutos reglamentarios”. Tiene razón. Nuestra final aún no acaba, hay que seguir jugando con lo que se tiene y como se pueda. Generaciones futuras nos lo agradecerán y así como hoy, sacarán fuerzas de quién sabe dónde para hacer frente a los temores que acechan a un equipo grande, histórico y eterno como el nuestro. 

La mente comienza a despejar dudas y temores. La calma vuelve poco a poco a nuestros corazones. El aliento de victoria, cual batería, comienza a recargarse de nuevo. Nos ponemos de pies y mientras sacudimos nuestra alma de recuerdos y tristezas, escuchamos el resquebrajar de las rocas, que son golpeadas violentamente por la tormenta. Al parecer, ha tomado mayor fuerza y se nota que irá incrementándose poco a poco. Sin embargo, ya no hay temor. Una confianza insólita ha inundado nuestros corazones y como si fuese una armadura contra la batalla, el jersey a rayas blaugranas del equipo se adhiere a nosotros con tal fuerza que impregna nuestros poros de valor y nos impulsa fuera de la cueva. 

El momento ha llegado. Merecido y justo. Sabemos a que enfrentarnos, sabemos cómo hacerlo, sabemos que al final se trata de competir por el honor y la gloria; miramos hacia adelante y como si la tormenta radicara en la imagen de una persona; gritamos todos juntos como si el equipo ganará, pues de igual manera lloramos juntos cuando éste pierde. Es entonces cuando sabes que todo está permitido, menos quedarte tirado cuando has sido derribado, porque sí has estado en las buenas, deberás estar al pie del cañón en las malas. 

Arriesga, llévatelo y mete gol.