junio 09, 2013

DEL PROPIO PERFECCIONAMIENTO #30



¿Qué esperas para juzgarte digno de grandes empresas y para tener la postura de no herir la recta razón? ¿Acaso no conoces ya los preceptos que debías aceptar y que has aceptado? ¿Por qué, entonces, vas demorando siempre el instante de corregirte, como si esperaras la llegada de un maestro que nunca llega? Piensa que ya no eres un niño, sino un hombre. Si te olvidas, si te distraes, si amontonas una resolución sobre otra, si pospones el día en que te ocupes de ti, pronto llegarás a una edad en que, a pesar tuyo, no habrás progresado nada. Asi perseverarás en tu ignorancia toda la vida, incluso después de muerto. ¡Ánimo, pues! Comienza a juzgarte desde este día digno de vivir como un hombre; pero como un hombre que ya ha hecho algunos adelantos en el terreno de la sabiduría y, que desde este instante, todo lo que te parezca verdaderamente hermoso y bueno sea para ti como ley inviolable. Y si algo ingrato o agradable, vergonzoso o glorioso se te ofrece, recuerda que existe el combate abierto, que los juegos olímpicos te llaman y que no es momento de retroceder. Y no olvides que de un solo instante, de un solo acto de valentía o cobardía depende tu triunfo o tu derrota. 


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