El hombre comunitario se junta con sus amigos a disfrutar de
un partido. Si pertenece a algún color, lo apoya; si no es así, tiene el total
derecho de seguir admirando el rodar del balón. Se junta con el resto, porque
es donde siente que su voz se aprecia y que además reconoce que el valor de
estar ahí es inapreciabl
Hoy jugaron dos equipos, sin embargo y como siempre lo he
dicho; la historia es escrita por los vencedores y en muy pocas ocasiones, lo
es por los perdedores.
Por un lado un equipo que se colocó como el superlíder del
Torneo y que además traía consigo la ilusión de un bicampeonato.
Del otro lado de la cancha; un conjunto que a pesar de tener
solamente dos años de haber conseguido regresar al máximo circuito del fútbol
mexicano, demostró que aprendió de la situación nada agradable que es jugar en
la liga de Ascenso y que con un grupo de jugadores que "juegan" de
verdad a un fútbol ofensivo y poco visto en nuestro país, han logrado lo que
pocos han hecho: conseguir un título aún con las circunstancias antes
descritas.
Mi reconocimiento para todos mis amigos que apoyaban a
cualquiera de los dos equipos. Es en estos momentos donde se ve premiado ese
deseo por vivir, y junto a sus símiles también compartir la derrota de su
equipo. Es donde se conoce a fondo el arte de sufrir; en lugar de estar
anestesiado como el hombre que prefiere el negocio y el aspecto económico de un
deporte que trae sorpresas y aprendizajes muy significativos en la vida de los
verdaderos hinchas y aficionados.
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