Oí decir por ahí: “El fútbol,
como la vida, siempre da revancha”. No cabe duda que sí.
Año 2010. Final de UEFA Champions
League disputada en el Santiago Bernabéu. Arjen Robben junto al Bayern Münich
perdió el encuentro frente a un Inter de Milán que jugaba al catenaccio en su
máxima expresión.
Ese mismo año; sumó una derrota
aún más dolorosa. Final de la Copa del Mundo en Sudáfrica. Jugando para su
selección perdía ante una España que venía arrasando los torneos continentales
que se le ponían en frente.
Dos años más tarde el holandés
llegaba junto al equipo bávaro a una final de UEFA de nuevo. El equipo rival
era un conjunto inglés al que no se le veía esperanza alguna debido a las suspensiones
de algunos de sus mejores jugadores debido a acumulación de tarjetas amarillas.
Pero, empató a un gol que Müller había marcado para producir el alargue e
inevitablemente llevar el duelo a la tanda de penales. Bayern Münich caía una
vez más ante un potente disparo de Didier Drogba que le daba su primer
Champions a los Blues.
Pero reitero; dicen que la vida y
el fútbol siempre da revancha y, en este deporte donde las historias curiosas
son tan comunes como los goles, Robben tendría una chance más de corregir
errores, aprender de ellos, jugar con la misma energía de siempre; con el mismo
entusiasmo, y por tercera ocasión presentarse en la final del certamen más
importante dentro del fútbol europeo y quizá a nivel mundial.
Se sufre para conseguir todo. Se
invierte mucho tiempo, desgaste físico y mental, se dejan atrás sueños, novias
y hasta amigos, momentos familiares, salidas y buenas vacaciones, hay dolor,
lágrimas, derrotas, tropiezos y caídas; pero se deja el alma todos los días
para tratar de mejorar y superarse.
Este deporte al igual que otros
encierra su propia mística. Mucha gente a veces no logra entender aún. Solo observan
como los jugadores corren detrás de un balón; pero no ven más allá de lo que
eso implica. Pero cuando por fin apartas tu vista de lo superficial, de la
punta del iceberg y tornas tu mirada más allá; es en ese momento donde te das
cuenta de que un futbolista deja todas esas cosas y las da en sacrificio para “correr
detrás de ese balón”, casi media vida para cumplir su sueño y con él hacer
soñar a millones de personas más.
Este sábado la Final de la UEFA Champions
League en su edición 2012 – 2013 se jugó en Londres, en el estadio Wembley la
catedral del fútbol. Y en ese país donde se vio nacer a este deporte y donde se
dieron sus primeras patadas al balón, el mundo fijo su mirada en los 22 jugadores
que componían el show más increíble de todo el mundo.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, Alemania se dividió en una parte Occidental y una Oriental. Hoy en día
el país germano es uno solo y este sábado se vio a dos equipos bávaros afrontar
un duelo épico e histórico. Primera vez que dos equipos de dicho país llegaban
a la final de la copa europea.
Pero sólo uno logró salir
victorioso tras 90 minutos de un espectáculo colorido que no solo reunía a
alemanes sino a personas de muchos lugares del mundo que fueron ahí para ser
testigos de la grandeza del deporte más hermoso del mundo. Y porque no; para
aprender e imitar a los héroes de su preferencia, porque ganadores o perdedores,
todos al final dan lo mejor de sí para buscar convertirse en unos y evitar ser
otros.
Robben se reivindicó y de la mano
de sus compañeros nuevamente consiguió germinar la felicidad y la gloria que les
fue arrebatada en tres ocasiones para ganarle a un equipo que luchó en todo
momento y que grabará su nombre también en los anales de la historia.
El destino se encaprichó en
darles una nueva y única oportunidad para borrar el pasado y quedar en la
historia tras levantar su quinta “Orejona”. De ellos depende ahora seguir
pateando y escribiendo dicho trayecto…